María José Mansilla
Presidenta
Spei Mater
Organización afiliada a VHI en España
No me gusta ponerme trágica ni me gusta hablar en negativo sino remarcando siempre lo positivo y lo que Dios saca de bien de toda circunstancia, pero es que la ocasión lo merece.
Acaban de salir las estadísticas del aborto del 2018. Según el Ministerio de Sanidad, 95.917 mujeres en España pusieron fin a la vida de sus hijos antes de nacer en el 2018, un 1,91% más que en 2017, casi 100.000 abortos.
Sin embargo, no ha habido ni una noticia en la prensa generalista, solo en la prensa religiosa y no toda. Las portadas se llenan del rifi rafe sobre la mal llamada violencia de género, sobre si un concejal llamo guapa a otra concejala y toda España se rasga las vestiduras por las mujeres muertas a manos de sus parejas que ha sido 47 y aunque cada persona es importante, nadie tiene una palabra, un minuto de silencio (que siempre me ha parecido una estupidez cobarde para no pedir una oración) ni un lágrima, ni un día internacional de las víctimas del aborto, ni un pacto nacional para evitar tantas muertes, ni un euro de las administraciones para las asociaciones que defienden la vida y la dignidad de toda persona.
Nada, silencio para 100.000 muertos sin tumba ni funeral, sin nombre ni dignidad, sin cara y sin recuerdo, para ellos nada. 100.000 familias destrozadas porque ha habido una muerte violenta y eso no se olvida nunca ni se supera con dos lorazepanes (calmantes) cuando la angustia les puede. Mañana habrá pasado a la segunda página de los pocos medios que lo han publicado y nada, todo seguirá igual.
¿Cuándo vamos a despertar? ¿Nos importa más a los católicos el calentamiento global que 100.000 muertos anuales, sin contar los embriones humanos víctimas de la Fecundación in Vitro (FIV) o de la píldora del día siguiente? ¿Puede sobrevivir una sociedad que mata a sus hijos?
Cuando la locura de la muerte nos ha idiotizado a todos, solo Dios puede salvarnos, solo Cristo, y su Iglesia. Pero si la Iglesia no anuncia a Jesucristo, si la Iglesia se olvida de todo esto porque está muy feo insistir tanto en los niños que mueren y en las madres y padres que pierden su alma ¿de dónde vendrá la salvación? Si solo nos dedicamos a dar pañales a las embarazadas porque está bien visto socialmente y no predicamos, y no acogemos a las personas con un embarazo en dificultad y o que han caído en el drama del aborto ¿quién podrá salvarnos?
Sacerdotes, religiosos y laicos, obispos y cardenales, no os olvidéis de 100.000 bebés que han muerto y de 100.000 familias que sabiéndolo o sin saber, forzadas o despreocupadas, han cometido el acto más terrible y antinatural, acabar con la vida de sus hijos, porque solo Cristo puede salvarnos de esto.
Efectivamente, esto es “Black Friday” (“Viernes Negro”) y no este nuevo invento consumista para que empecemos las compras navideñas en noviembre y no paremos hasta enero y enganchemos con las rebajas. “Viernes Negro” de muerte y rojo de sangre, no me sale decir más. Dios mío, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.