Autor:Miguel Manzanera SJ
Los Obispos de Bolivia, al terminar la 101ª Asamblea, realizada en Cochabamba del 7 al 12 de abril, dieron a conocer su “Mensaje al Pueblo de Dios”, titulado “Elige la vida”, fruto de su reflexión y análisis de la realidad, del cual hacemos un resumen. Los Obispos saludan ¡La paz esté con ustedes! e invitan a vivir la alegría, propia del tiempo pascual: “¡Aleluya! “¡Cristo ha resucitado!” (1 Co 15,12).
En esos días santos, muchos fieles vivimos con intensidad y fe profunda los misterios de la salvación, bajo la mirada amorosa del Padre, en este año del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. “La victoria del Resucitado sobre el mal y la muerte es la certeza de que la bondad de Dios y su amor misericordioso no nos abandonan en medio de las vicisitudes de nuestra vida y de la historia”.
Los Obispos explican que este misterio pascual de luz y vida les ha iluminado y motivado para publicar su anterior Carta Pastoral sobre el Narcotráfico y la Drogadicción, “Hoy pongo ante ti la vida o la muerte”. Como pastores y ciudadanos hemos querido expresar preocupación y hacernos eco del clamor de tantas personas y familias que sufren las heridas causadas por el creciente tráfico y consumo de drogas ilícitas.
Si bien ha habido esfuerzos para combatir el narcotráfico, los Obispos afirman que “hace falta dar pasos más decididos por parte de todos”. Por eso llaman a la conciencia para colaborar en un diálogo sincero y abierto entre las diversas instancias de la sociedad, cada una en lo que le corresponde, a fin de tomar en cuenta la magnitud y gravedad del problema que amenaza la convivencia pacífica y democrática del país: “El narcotráfico, además de causar la drogadicción, trae consigo violencia, corrupción, mentiras, injusticias y muerte”.
Por eso animan a mirar de cara esta realidad nefasta, sin ser pasivos ni resignados en afrontar las verdades incómodas que conlleva este problema. Hay que hacer una causa común ya que “la unidad y la verdad son el camino para liberarnos de este mal”. Citan al papa Francisco en Río de Janeiro: “La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad”. Es el momento crucial de decidir: “Yo he puesto delante de ti la vida y la muerte…. Elige la vida” (Dt 30,19).
Elegir la vida como don de Dios implica también defenderla desde la concepción hasta la muerte natural. Aquí los obispos mencionan la Resolución Ministerial No. 1508 del 24.11.2015 del Ministerio de Salud, enviada a los hospitales y centros de salud con un protocolo para realizar la “interrupción del embarazo”, a aplicarse en los casos de violación y de grave riesgo para la salud y la vida de la madre.
Los Obispos denuncian que este protocolo autoriza el aborto impune hasta las veintidós semanas de gestación, dejando la decisión a la discrecionalidad de la mujer embarazada y del médico. Este protocolo no sólo es inconstitucional al negar el derecho a la vida del niño concebido, sino que además pone en peligro la misma salud de la madre que debería preservar. Incluso obliga a los centros médicos a practicar el aborto, hecho que viola el ejercicio de la profesión médica. Por ello los Obispos animan a las instancias judiciales correspondientes a pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de ese protocolo, y a reconocer el derecho a la vida del niño por nacer y la objeción de conciencia de los médicos que incluye la negación a practicar todo aborto.
La profesión médica puede y debe proteger la salud de la madre sin sacrificar la vida del hijo. La sociedad tiene que defender a las mujeres víctimas de la violencia, en especial del crimen de violación. Hay que apoyarlas con todos los medios necesarios, psicológicos, médicos, espirituales y materiales, para que puedan llevar adelante la maternidad en el mejor modo posible.
Los Obispos en el contexto de este año de la Misericordia recuerdan que el Papa Francisco ha ofrecido a las familias y a la sociedad en general, la Exhortación Apostólica “Amoris laetitia” que comienza con estas palabras: “La alegría del amor, que se vive en las familias, es también el júbilo de la Iglesia”. El Papa hace en primer lugar una propuesta a las familias cristianas para que valoren los dones del matrimonio y de la familia y sostengan un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. Además les alienta para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo (AL 5).
El Papa presenta el icono modélico de la Sagrada Familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de gozos y esperanzas, de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes que buscaba la muerte del niño Jesús y exterminó a los niños inocentes, experiencia que se repite todavía hoy en tantas familias (Cfr. AL 30). El Papa exhorta a construir caminos pastorales que orienten para formar hogares sólidos y fecundos: “Caminemos familias, sigamos caminando. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”. La iglesia debe abrirse a las periferias geográficas y existenciales para anunciar la “Alegría del Evangelio”.
Jesús Resucitado nos ofrece la vida en plenitud y la alegría de la paz que brota de convivir con Él sembrando los valores evangélicos de la justicia, la verdad y la libertad para vivir en la esperanza el gozo de una vida para siempre. Termina el Mensaje invocando a la Virgen María, Madre del autor de la vida y también Madre nuestra, para que nos acompañe en el camino del encuentro con Cristo, el Señor del mundo y de la historia.