Autor: Miguel Manzanera SJ
Las horribles escenas del trágico viernes 13 de noviembre de 2015 en París, transmitidas a través de la televisión, han quedado grabadas en las retinas y en los corazones de quienes las hemos visto a través de los medios de comunicación. Por ahora son 136 las personas cruelmente asesinadas.
Cabe preguntarnos si el mundo está retrocediendo hacia épocas pasadas, que parecían superadas, donde los conflictos se arreglaban por la fuerza de las armas. Incluso cabe preguntar si la humanidad no está enloqueciendo por el deseo de odio y de venganza.
En el caso de París la mayoría las personas masacradas eran francesas o turistas que disfrutaban de la noche del viernes viendo el partido de futbol entre Alemania y Francia, escuchando conjuntos musicales o cenando con personas amigas, Unos ocho o nueve pistoleros abrieron fuego indiscriminado contra personas totalmente indefensas y desprevenidas.
La explicación más obvia de esa masacre es la venganza que DAESH, empeñado en la conquista militar de Siria e Irak, ha emprendido contra los países considerados enemigos. En el fondo de este conflicto late la reivindicación histórica de los califatos musulmanes que llegaron a gobernar el Medio Oriente y luego a expandirse hacia el Oriente y también hacia el Occidente llegando a través del norte de África a conquistar la península Ibérica y a, imponer la cultura y religión musulmanas.
El DAESH está gobernado por autoridades religiosas (imanes) y políticas que reconocen al Corán como su máxima ley, pero la interpretan de manera radical, fanática y belicista. Creen que la guerra santa (yihad) es una orden divina que les asegura el premio final de paraíso. Ya con esto queda claro que es un error identificar a los seguidores del DAESH simplemente como musulmanes.
Después de la masacre de París, se han unido varios países entre ellos Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y también Rusia, en una ofensiva con bombardeos masivos a los territorios sirios ocupados por el DAESH. Otros países están evaluando su participación en este conflicto, considerado por algunos analistas como prolegómeno de una tercera guerra mundial, tal como el mismo Papa Francisco también ha denunciado.
Pero, además, en esta masacre predomina un componente religioso. Los brutales asesinatos fueron protagonizados por pistoleros que comenzaron sus crueles ejecuciones con el rezo “Alá es grande”, dando a entender que ejecutaban órdenes divinas. No es la primera vez que esto sucede. Son ya frecuentes hechos similares de tremenda crueldad realizados por miembros del autodenominado Estado Islámico de Iraq y Siria, conocido por su sigla inglesa ISIS o árabe DAESH, esta última con matiz despectivo. Son ya proverbiales la crueldad y brutalidad de las torturas y ejecuciones que realizan en forma de fusilamientos, degollamientos o quemas de prisionero, trasmitidas a través de la televisión para escarmentar y atemorizar a de los enemigos.
Desde la fe católica en estas masacres yihadistas se descubre una influencia diabólica, ya que Satanás exige a sus secuaces derramar sangre humana. Según el P. Gabriel Amorth, ex-exorcista de Roma, “ISIS es Satanás”. Lo explica de esta manera: Las cosas suceden primero en la esfera espiritual, pero luego deviene su concreción en esta tierra. En el reino espiritual están sólo dos: el Espíritu Santo y el espíritu demoníaco. Aunque el mal se enmascare en diversos ámbitos, político, religioso, cultural etc, tiene una sola fuente que le inspira el diablo, quien afirma que el mundo está en su poder.
El P. Amorth también aclara que, bíblicamente hablando, estamos en los últimos tiempos y la bestia está trabajando frenéticamente. Como cristianos combatimos a la bestia espiritualmente. Pero la política mundial que hoy parece carente de respuestas frente a la masacre de los cristianos deberá combatir al ISIS. El exorcista cuestiona también la historia de aquellos países tradicionalmente cristianos que en los últimos decenios ha renegado de su identidad cristiana. Pero, dando un signo de esperanza, señala que es el propio demonio quien acusa su derrota.
Confirmando esa afirmación añadimos que en el salón Bataclan, al comenzar la masacre en la que fueron asesinadas 89 personas, la banda norteamericana “Eagles of the Death Metal” (Águilas del Metal de la Muerte) estaba iniciando la canción “Besar al Diablo” que termina con estas palabras “Yo quiero amar al diablo y cantar su canción”. La portada de su último disco titulado «Zipper Down» o sea “Cremallera para abajo” muestra a una mujer bajándose el cierre de su mono negro de cuero y enseñando sus pechos provocativamente.
El DAESH en un comunicado reivindicaba la autoría de los atentados, explicando así las razones de la masacre: “La sala Bataclan era un objetivo porque estaban reunidos centenares de idólatras en una fiesta perversa”, dando a entender que para los yihadistas la razón de la masacre fue la decadencia moral occidental que ensalza el rock diabólico, perverso y degenerado.
Pese a todo ello recordamos el llamado que la Iglesia Católica hizo en el Concilio Vaticano II al diálogo con los musulmanes. “Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sacrosanto Concilio exhorta a todos a olvidar el pasado y a ejercitar sinceramente la mutua comprensión, además de defender y promover juntos, para todos los hombres, la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad” (Nostra aetate 3).